jueves, 25 de junio de 2015

Los caminos de la pulsión en la máquina deseante.



El psicoanálisis es seductor  y los que somos estudiosos de él, nos apasionamos cuando nos adentramos en sus laberintos, y en ocasiones sonreímos frente a un libro verde con la creencia de que hemos comprendido algo. La escritura de Freud es muy seductora, nos crea la atmosfera de que estamos frente a algo grande, importante y que somos sus interlocutores privilegiados.
¿Por qué empezar así un ensayo que pretende abordar el asunto de los mecanismos de defensa y la formación de los síntomas? Porque hay un Freud que me interesa, el primero, el físico-neurólogo. Pero a la vez encuentro que muchos consideran a ese Freud, como el menos seductor.
Assoun menciona respecto a la lectura que hace Jean Hyppolite de la obra de Freud “¿Y por dónde cojea precisamente Freud? Por la energía, ese maldito y obstinado punto de vista energético que se le pega a la piel como una maldición: ¡Ahora bien la energía es enemiga del sentido!”(Assoun, 1981 p.25)

Pero para mí la “energía” es lo valioso de la obra freudiana. Pero no la pienso como una energía real, que se encuentre recorriendo el cuerpo sino como una metáfora, como analogía. ¿Pero Mesmer también habla de energía (electricidad), cual es la diferencia? ¿Dónde termina el genio y comienza el charlatán?, ¿Cómo saberlo?
Y en estos tiempos, que algunos llaman posmodernos, donde  hablar de verdad es ya posicionarse como dogmático, solo encuentro una solución para entender a ese Freud del proyecto de psicología para neurólogos y que se asoma en “Inhibición síntoma y angustia” y esa solución la encontré con Borges, esa solución se llama Tlön.
Tlön para mi es una ficción que me permite pensar la realidad desde otro lugar, esa ficción es peligrosa porque puede llegar a sustituir la realidad. Por supuesto que “Es un error capital el teorizar antes de poseer datos. Insensiblemente, uno comienza a deformar los hechos para hacerlos encajar en las teorías en lugar de encajar las teorías en los hechos” (Arthur Conan Doyle). Y el primer Freud no delira, sino que teoriza a partir de su clínica y sus observaciones neurológicas. Utilizare mi Tlön, es decir mi ficción de la “maquina deseante” para pensar el asunto de los mecanismos de defensa.

Sabemos del mismo Freud que buscaba darle a la mente una localización física y que dicho “proyecto” es abandonado cuando el camino de lo sexual lo lleva por los senderos del fantasma, del padre, de eros y tanahatos.
Cuando pienso al primer Freud pienso al que creó una máquina de placer y displacer. “La máquina deseante” más tarde dará paso a la “Maquina poética” en la interpretación de los sueños. ¿Pero de que se defiende esa máquina? De la destrucción aunque paradójicamente también va empujada a ella.
¿Por qué va empujada a ella? Porque eso fue el nacimiento de la máquina, un error, una falla, una descarga que movilizo pero no se descargó absolutamente. Lo anterior lo podemos apreciar en el siguiente esquema:



Esquema 1. Niveles de energía dentro de la “maquina deseante"
Por la parte de principio de realidad, nos conduce a la muerte esa sobrecarga que haría explotar el sistema, ese rayo que atraviesa a la maquinaria deseante, también conocido como dolor. Y por el lado del placer está el vaciamiento, es decir la descarga absoluta. Entonces la vida es lo de en medio y la defensa es defensa de muerte. “Enfermamos para no enloquecer y enloquecemos para no morir”.
Pero entonces es una maquina en contradicción, por una parte busca la descarga pero por otra la evita.
Los caminos del placer se verán obstaculizados por la represión, sin embargo la pulsión buscará los caminos para expresarse.


Cuando escuchó hablar a los psicoanalistas del inconsciente, pareciera que es un mar indomable, y suelen utilizar la metáfora del agua para referirse a la pulsión. “recorre”, “inunda”, “desborda”, “reflujo”, etc.  

Pensemos al representante pulsional como una energía que pugna por satisfacerse. Vemos en el esquema 2 que sus caminos lo llevarán por distintos grados de “satisfacción”.


Esquema 2. Los caminos para la formación del síntoma.
Lo primero que hay que señalar es que hay un adentro y un afuera que no corresponde al cuerpo biológico. Este adentro-afuera es de nuestra maquina deseante. La represión ha realizado una barrera para que no se realicen las demandas pulsionales incompatibles con el yo y el superyó, Freud llamo a esto represión secundaria o propiamente dicha. ¿Por qué son incompatibles? Por el principio de realidad.
En el niño “la maquina deseante” no conoce barreras y pugnará por salir a toda costa. Pero “el desarrollo de la libido es influido decisivamente por los cambios en relación del sujeto con su objeto” (Klein, 1935, pág. 270).  Es decir las vivencias dolorosas y de satisfacción influirán en los caminos de la libido.
En el esquema 2 podemos ver que la línea azul es el recorrido ideal, de placer absoluto en donde se da la descarga total. La línea azul es el arco reflejo.
“El placer está del lado del acto reflejo. Es lo  que lleva a la pata de la rana a contraerse cuando se le aplica una corriente eléctrica. Jamás podrá esa reacción crear un objeto” (Braunstein, 2011)
La línea azul seria el recorrido de una “máquina de placer” pero nosotros hablamos de una “maquina deseante”, es decir que desea algo que no tiene.
En la primera vivencia de satisfacción se genera una huella mnémica y el deseo será la activación de esa representación. Pero al ser la primera representación quedara como prototipo de la satisfacción total, pero al no tenerla siempre disponible, es decir su ausencia hará que la maquina deseante la alucine.
Cuando se vuelve a presentar el objeto de satisfacción, algo será distinto porque,  ya no llegara a un lugar sin representaciones, ya no llega a escribir en una hoja en blanco, ya hay un capitulo escrito, el génesis que habla de un tiempo en donde se vivió una satisfacción total. Ahí empiezan los caminos de la pulsión.
“La meta de la pulsión no es el aplacamiento, la satisfacción, sino la falla que relanza el movimiento pulsional, incansablemente, siempre hacia adelante. Nuestra historia la de cada uno, es la historia de los modos de fallar el objeto imposible” (Braunstein, 2011, pág. 54)
Al ser imposible el camino de la línea azul la maquina deseante buscará  objetos similares para ello tendrá que realizar una labor de reconocimiento y comparación es decir realizara una labor de discernimiento, ahí comienza la labor del pensamiento. Y obtendrá un placer atemperado. Este recorrido está representado en el esquema 2 con la línea verde.
También existirá libido que no logre pasar la barrera de la represión pero se condensara con otras representaciones para obtener la fuerza suficiente. La libido espera “como un cuerpo extraño” para retornar. En el esquema 2 representamos este proceso con la línea naranja. Aquí es importante señalar el proceso de regresión temporal, es decir al no encontrar la pulsión la satisfacción en la realidad la busca en las fantasías y en organizaciones antañas.
Los caminos para la formación del síntoma están representados en el esquema con la línea morada, son las formaciones inconscientes que debido a la imposibilidad del placer absoluto y regulado por el pensar, buscara un placer sustitutivo.

Anna Freud mencionará que las formas en cómo se defiende la “maquina deseante” determinara como devendrá los síntomas.
Los caminos que recorrerá la pulsión en la histeria serán muy distintos a los de una neurosis obsesiva. Anna Freud nos pone un ejemplo en su libro “El yo y los mecanismos de defensa” en  donde el conflicto se desencadena por el odio contra la madre, nacido por una fuerte envidia del pene.
En el caso de la histeria, se resuelve por la represión. El odio de la madre será borrado de la conciencia, sin embargo puede haber conversión al sumarse con pulsiones sexuales desencadenadas por la envidia de pene y salir como placer sustitutivo a través del síntoma.
Pero hay otro modo de defenderse de esas pulsiones que entran en conflicto y esto es desarrollando una fobia logrando así “limitar la actitud, con lo cual previene el encuentro con todas aquellas situaciones susceptibles de favorecer el retorno de lo reprimido”.
En el caso de las neurosis obsesivas, se llevara a cabo varios procesos defensivos como las formaciones reactivas del yo, logrando una excesiva ternura hacia la madre, en lugar del odio. Las contracatexias estarán cuidando de que la pulsión no se manifieste de manera consciente, sin embargo estos  procesos ocasionaran una fatiga en el sujeto.
Como podemos ver la maquina deseante,  al no tener un objeto ideal  genera deseo, vida, pensamiento. La defensa nos protege de esa entrega absoluta aunque a su paso nos enferma.



Lo advertí desde el inicio esto solo es analogía , mito , solo una manera de explicar lo que pasa dentro(¿afuera?)  de la psique, sería ingenuo pensar que eso se encontraría dentro del cuerpo, la maquina deseante y poética es   también una maquina fantasma. Es un software diseñado para fallar, pues si acierta muere. Y en cada error produce algo que no esperaba, que no es posible con la perfección o con la lógica, algo que solo es posible por la falla. El arte, el amor, el odio, el síntoma, el sujeto es solo a partir de esa falla.
Pero el inventor de esa máquina, Freud,  se basó en los conocimientos de la física de su tiempo, quizá sea tiempo de pensar a esa máquina desde una lógica distinta.  Con los aportes de la física contemporánea.
El camino de esta máquina es el siguiente “máquina de placer” es la maquina hecha de carne, de nervios, que en el humano dará paso a “la maquina deseante” de la cual hable en este ensayo pero habría que pensar a esta máquina como un puente, mejor dicho como la base de la maquina poética, esta última es la que produce chistes, lapsus, olvidos y  arte.

sábado, 6 de junio de 2015

Primavera Negra, Henry Miller


Recuerdo la primera vez que leí a Henry Miller: siendo un lector aún menos experimentado que ahora, el ritmo de su prosa me pareció desconcertante. Cuando leí Trópico de Cáncer (1934), me pareció un libro sumamente difícil, me llevó más de un año concluirlo: quería encontrarle alguna lógica, alguna secuencia, algo de dónde agarrarme. Había algo en aquellos inmensos párrafos que no tenían pies ni cabeza, que iban de la narración de un supuesto presente a un recuerdo remoto y volvían luego a una escena de las hojas de un árbol acariciando las aguas del Sena, o una vulva que reía, o un montón de hambre y piojos. No había introducción en aquel ejemplar, la primer página era el escupitajo que Miller enuncia en contra del Arte, Dios y la Belleza. Con el tiempo y un bagaje un poquito mayor, logré entender que allí no había nada que pensar, sino que el autor me llevaba por un torrente en el que me tenía que sumergir y que allí quizás encontraría algo, no ya del autor, sino de mí mismo.

Creo que las novelas de Henry Miller son de aquellas que nos hacen sentir un poco mejor frente a lo terrible que a veces nos presenta la realidad: allí encontré un alivio a muchas de mis inquietudes, pues, aunque mucha gente vacila entre el repudio y la admiración al estadounidense de alma francesa por su cariz erótico, hay también un toque místico en sus trabajos, una suerte de trabajo espiritual que se hace cuando uno logra idenfiticarse con los sueños, los placeres, las imágenes y el ritmo de la prosa milleriana.

Después de dicha novela, que versa sobre sus años en París, y pasado un tiempo, me sumergí en Trópico de Capricornio (1939), en donde Miller narra sus años en Brooklyn. Siempre las metáforas vaginales de Miller: el tranvía ovárico, los ovarios putrefactos de la esposa de uno de sus amigos en la Western Union (la Compañía Cosmodemónica), el olor del cuerpo de una mujer de color profundamente perturbada. Termina este Trópico con el encuentro con una misteriosa bailarina que a su vez dará paso al principio de Sexus (1949), libro que forma parte de la trilogía "The Rosy Crucifixion" (junto con Nexus y Plexus).

Mucho tiempo estuve buscando este libro, Primavera Negra (1936), y jamás tuve éxito en encontrarlo en físico. Con mucha alegría un día me encontré con este "ejemplar" en una base de datos de libros digitalizados, así que ahora lo comparto con ustedes. Aquí hay un vaivén de recuerdos infantiles, de la vida del autor en Estados Unidos y sus peripecias en París. Siguiendo con la línea de sus imágenes uterinas, recomiendo prestar especial atención  a la exquisita descripción de la caótica matriz dostoyevskiana en el primer capítulo. ¡Que lo disfruten!


(Enlace al pdf dando clic en la imagen)