El camino no es la autoayuda, es la autodestrucción.
La muerte de Dios
¿Acaso no
es la muerte de Dios lo que hay de común en “el club de la pelea” y “Die”
(juegos suicidas)?
Un grupo
de personas desesperadas, la indiferencia de Dios y una experiencia de muerte
es lo que nos permite salvarnos. Al menos esa es la tesis que creemos que
sostienen estas dos películas.
Jacob -en
Die- lo dice: “Tu cuerpo lucha por
mantenerte vivo, es la verdad más oscura de todas, tienes que estar al límite
de la muerte para salvarte”
Tyler-protagonista
del club de la pelea- lo demuestra al
conducir en alta velocidad dirección a otro carro. ¿Qué es lo quieres hacer
antes de morir? Imagina la escena, las
luces del otro auto vienen directo a ti, la luz te ciega, un nuevo
alumbramiento, ya no hay tiempo para
poses, solo estas ahí ante la pregunta por tu deseo, contesta, o muere.
No sé si
llamarlo técnicas de una antiterapia o una terapia existencial radical, pero se
asemejan a sesiones de grupo que describe el psiquiatra I. Yalom:
“Imagínese la presente escena: a trescientas o
cuatrocientas personas, desconocidas entre sí, se le pide que formen parejas y
que cada integrante formule al otro una sola pregunta, una y otra vez: ¿Qué
quiere usted? “ (I. Yalom)
En una
ocasión un hombre me habló de un ejercicio similar en un grupo de Coach, él
contestó: “me quiero morir…” no sabía de
donde salió esa voz. Paradójicamente al reconocer su deseo de muerte, le permitió reconocer que también deseaba
vivir. La muerte nos aniquila, pero la
consciencia de la muerte nos salva.
La soledad
Grupos,
desesperanza, la muerte de Dios.

Estamos
tan vacíos, tan solos, que necesitamos
un grupo o al menos una idea , algo , lo que sea , hasta una mentira con tal de
que nos haga sentir parte de algo más. Ahí es donde entran las psicoterapias,
religiones y por supuesto los grupos de autoayuda.
“Por eso yo apreciaba tanto los
grupos de apoyo, porque la gente, cuando cree que te estás muriendo, te presta
toda su atención” (el club de la pelea)
Que
tiempos estos que necesitamos pagarle a alguien para que nos escuche. No hay espacio para el dolor, a menos que digas
que te estas muriendo, (¿acaso no morimos a cada instante?).
Peor
tenemos que reconocerlo huimos de nuestro dolor, pensamos que podemos escapar
de él, nos estorba y en cuanto podemos, lo asesinamos, pero nos engañamos
porque solo lo postergamos.
¿Y si en
lugar de rechazar a nuestro dolor, empezamos a aceptarlo? ¿ Será cierto que
habría que envidiar el dolor e infelicidad ajena ya que esta es el sustituto de
la virtud?
La destrucción
Otros ya
lo habían anunciado, que el camino a la salvación empieza con la
autodestrucción ya que ésta es la vía para la creación. Cuando todo está
destruido, todo lo que queda es hacer un acto poético, entendiendo la poesía
desde su etimología, poiesis (realización, buscar crear algo).
El dolor
nos permite tomar consciencia de nuestro cuerpo; Ese cuerpo producto de siglos de evolución se va atrofiado por el modus vivendi del
hombre y la mujer de hoy. Cuerpo enfermo,
atrofiado, callado por pastillas o transformado en botarga fisicoculturista.
De nuevo
aprendemos de Tyler cuando dice que “[…]el gimnasio al que vas está lleno de tipos
que intentan parecer hombres, como si ser un hombre significara rendirse a los
deseos de un escultor o un director artístico.
Como dice Tyler, hasta los soufflés parecen inflados.”
El miedo

La
violencia es mala – nos dicen desde niños, con la ingenua creencia de que la
exorcizaremos de nuestro cuerpo. El
hombre decente de hoy en día, ha hecho de su corazón una guarida de violentos y
mórbidos deseos.
El club
de la pelea da lugar a la violencia de la especie. Los deportes buscan
domeñarla, pero todos sabemos que hay algo de violencia que exige un lugar fuera de la cancha.
La
sexualidad y el arte podrían servir, si no hay violencia no hay sexualidad
ni arte. Pero en este mundo godinezco en donde todo es una copia de
la copia de la copia, la violencia no tiene lugar, irónicamente podría ser la
causa de este mundo tan violento.
El club
de la pelea le permite ser al godín
un dios, que compruebe con el dolor que ese cuerpo está vivo. Se ha olvidado de
su cuerpo en un silencio impotente.
El cuerpo
del vagabundo parece ser más potente que el del oficinista. Habría que llenar
nuestro cuerpo de gadgets para potenciarlo. Ahí es donde entra el consumismo.
El
dolor-dice Schopenhauer- no brota de no tener, brota de querer tener y sin
embargo no tener. Tyler, nos dice: “La
publicidad nos hace codiciar autos y ropa. Tenemos trabajos que odiamos para
comprar mierda que no necesitamos.”
El dolor
de no encontrar una mercancía llamada pareja ideal, el dolor de ser
abandonados, desechados, o que nadie nos compre por no ser una mercancía a la
altura del mercado.
No somos
dueños de nuestras cosas, somos esclavos de ellas. Estamos dispuestos a morir
por ellas, la muerte antes que entregar
mi “propiedad” privada. Somos más cosas que sujetos, también nos han puesto un precio.
Tú muerte.
Y aun así
moriremos solos, no hay duda de eso. Nadie puede experimentar la muerte de
otro. La certeza de nuestra muerte, es también una pregunta: ¿para qué
vivir?

Cuál es
el sentido de nuestra vida. ¿Acaso tiene sentido el buscarle un sentido a mi
vida? Esa es, según Camus la pregunta de la filosofía y el serio problema
filosófico es el suicidio.
Sólo
después de haberlo perdido todo —dice Tyler— eres libre para hacer cualquier
cosa.
Es ahí
donde “Die” (juegos suicidas) propone el renacimiento.
El renacimiento.
“Son
tiempos desesperados la gente fue abandonada por sus religiones fueron
engañados por los gobiernos, traicionados por lo que creían, están buscando
algo que los salve” (die)
Die
significa morir. Die significa “El dado”. La voluntad del dado, es no decidir,
es entregar tu destino al azar. Si estamos condenados a ser libres, renuncio a
mi libertad y me condeno al azar.
Todos
hemos sentido lo absurdo-en el sentido que propone Albert Camus- de nuestras vidas.
Las grandes verdades se han caído y hoy nadie puede hablar de la Verdad ( así
con mayúscula).
Todo es
posible por eso todo es prohibido. Todo es verdad por eso todo es
mentira.
En las
cimas de las desesperación podemos mirar al cielo y gritar junto a Jesús Dios
porque nos has abandonado. ¿Pero y si todo este tiempo hemos estado
equivocados? Tyler sospecha, Sade habla:
“¿Qué
pasaría si, conforme el hombre recorre ese camino, comprobara que cada una de
las reglas estuviera equivocada? ¿Qué tal
si esas reglas-aunque se hubiera concebido muy lógicamente – lo llevaran
por entre zarzales y espinos, en tanto que los hombres que las desobedecieran
caminaran felices sobre pétalos de rosas? Si eso sucediera ¿no se
justificaría el abandono de esas
reglas?, ¿el nadar cómo va la corriente, en lugar de luchar contra ella?”
No
importa aun así Dios está ausente. Haz de saber que tu padre fue el modelo de
Dios, y ¿dónde está el padre en estos días?
Así como
el niño hace rabietas para llamar la atención de sus padres, deberíamos de
hacer con Dios.

Tyler se dio cuenta de que llamar
la atención de Dios por ser malo era mejor que no recibir ninguna atención. Tal
vez porque el odio de Dios sea preferible a su indiferencia.
Si pudieras ser el peor enemigo
de Dios o nada, ¿qué elegirías?”
Si Dios
está muerto tenemos entonces el control de la historia. Toquemos fondo,
desapégate de todo, tú no eres tu
trabajo, tú no eres ese corte de cabello, tú no eres ese auto, esos títulos, tú
no eres ese nombre.
Acepta tu
dolor no lo niegues. La historia como los jabones está hecha con la sangre de
los héroes. Atrévete a vivir deja de ser
vivido, es preferible morir/vivir en el intento.
Si dios existe parece que le caemos muy mal, tal vez por algo que le hicimos, solo tal vez....
ResponderEliminarO como dice Nietzsche: "el hombre creo a dios a su imagen y semejanza"...........Yo digo que tal vez lo hizo para no sentirse tan solo, solo tal vez....