lunes, 7 de marzo de 2016

El camino no es la autoayuda, es la autodestrucción.






El camino no es la autoayuda, es la autodestrucción.


La muerte de Dios


¿Acaso no es la muerte de Dios  lo que  hay de común en “el club de la pelea” y “Die” (juegos suicidas)?

Un grupo de personas desesperadas, la indiferencia de Dios y una experiencia de muerte es lo que nos permite salvarnos. Al menos esa es la tesis que creemos que sostienen estas dos películas. 

Jacob -en Die- lo dice: “Tu cuerpo lucha por mantenerte vivo, es la verdad más oscura de todas, tienes que estar al límite de la muerte para salvarte”

Tyler-protagonista del club de la pelea-  lo demuestra al conducir en alta velocidad dirección a otro carro. ¿Qué es lo quieres hacer antes de morir? Imagina la escena,  las luces del otro auto vienen directo a ti, la luz te ciega, un nuevo alumbramiento, ya no hay tiempo  para poses, solo estas ahí ante la pregunta por tu deseo, contesta,  o muere. 

No sé si llamarlo técnicas de una antiterapia o una terapia existencial radical, pero se asemejan a sesiones de grupo que describe el psiquiatra I. Yalom:


“Imagínese la presente escena: a trescientas o cuatrocientas personas, desconocidas entre sí, se le pide que formen parejas y que cada integrante formule al otro una sola pregunta, una y otra vez: ¿Qué quiere usted? “ (I. Yalom)


En una ocasión un hombre me habló de un ejercicio similar en un grupo de Coach, él contestó: “me quiero morir…” no sabía  de donde salió esa voz. Paradójicamente al reconocer su deseo de muerte,  le permitió reconocer que también deseaba vivir.  La muerte nos aniquila, pero la consciencia de la muerte nos salva.


La soledad


Grupos, desesperanza, la muerte de Dios. 

Hoy el mercado de las psicoterapias incrementa. El mesmerismo resurge con sus versiones new age-capitalistas. Reiki, hipnosis, psicologías, psicoanálisis, coach, cuarzos, orgonoterapias, productos  milagro-naturistas, constelaciones familiares, doble AA, terapias de pareja, couseling, farmacología.

Estamos tan vacíos, tan solos,  que necesitamos un grupo o al menos una idea , algo , lo que sea , hasta una mentira con tal de que nos haga sentir parte de algo más. Ahí es donde entran las psicoterapias, religiones y por supuesto los grupos de autoayuda. 

“Por eso yo apreciaba tanto los grupos de apoyo, porque la gente, cuando cree que te estás muriendo, te presta toda su atención” (el club de la pelea)


Que tiempos estos que necesitamos pagarle a alguien para que nos escuche. No  hay espacio para el dolor, a menos que digas que te estas muriendo, (¿acaso no morimos a cada instante?).

Peor tenemos que reconocerlo huimos de nuestro dolor, pensamos que podemos escapar de él, nos estorba y en cuanto podemos, lo asesinamos, pero nos engañamos porque solo lo postergamos. 

¿Y si en lugar de rechazar a nuestro dolor, empezamos a aceptarlo? ¿ Será cierto que habría que envidiar el dolor e infelicidad ajena ya que esta es el sustituto de la virtud?

La destrucción


Otros ya lo habían anunciado, que el camino a la salvación empieza con la autodestrucción ya que ésta es la vía para la creación. Cuando todo está destruido, todo lo que queda es hacer un acto poético, entendiendo la poesía desde su etimología, poiesis (realización, buscar crear algo).

El dolor nos permite tomar consciencia de nuestro cuerpo; Ese cuerpo  producto de siglos de evolución  se va atrofiado por el modus vivendi del hombre y la mujer de hoy.  Cuerpo enfermo, atrofiado, callado por pastillas o transformado en botarga fisicoculturista.

De nuevo aprendemos de Tyler cuando dice que “[…]el gimnasio al que vas está lleno de tipos que intentan parecer hombres, como si ser un hombre significara rendirse a los deseos de un escultor o un director artístico.  Como dice Tyler, hasta los soufflés parecen inflados.”


El miedo



Vivimos con miedo, percibimos a nuestro cuerpo como a un cancerígeno enemigo. Nos aterra nuestra violencia, esa violencia que nos ayudó a sobrevivir durante milenios, hoy no tiene lugar.

La violencia es mala – nos dicen desde niños, con la ingenua creencia de que la exorcizaremos de nuestro cuerpo.  El hombre decente de hoy en día, ha hecho de su corazón una guarida de violentos y mórbidos deseos.



El club de la pelea da lugar a la violencia de la especie. Los deportes buscan domeñarla, pero todos sabemos que hay algo de violencia  que exige un lugar fuera de la cancha.

La sexualidad y el arte podrían servir, si no hay violencia no hay sexualidad ni  arte. Pero en este mundo godinezco en donde todo es una copia de la copia de la copia, la violencia no tiene lugar, irónicamente podría ser la causa de este mundo tan violento. 

El club de la pelea le permite ser al godín un dios, que compruebe con el dolor que ese cuerpo está vivo. Se ha olvidado de su cuerpo en un silencio impotente. 


El cuerpo del vagabundo parece ser más potente que el del oficinista. Habría que llenar nuestro cuerpo de gadgets para potenciarlo. Ahí es donde entra el consumismo.


El dolor-dice Schopenhauer- no brota de no tener, brota de querer tener y sin embargo no tener.  Tyler, nos dice: “La publicidad nos hace codiciar autos y ropa. Tenemos trabajos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos.”

El dolor de no encontrar una mercancía llamada pareja ideal, el dolor de ser abandonados, desechados, o que nadie nos compre por no ser una mercancía a la altura del mercado. 

No somos dueños de nuestras cosas, somos esclavos de ellas. Estamos dispuestos a morir por ellas, la muerte antes que  entregar mi “propiedad” privada. Somos más cosas que sujetos, también nos han puesto un precio. 

Tú muerte.


Y aun así moriremos solos, no hay duda de eso. Nadie puede experimentar la muerte de otro. La certeza de nuestra muerte, es también una pregunta: ¿para qué vivir? 

“cuando un hombre llega a mi edad comienza a mirar atrás, empieza a buscarle un sentido a su vida, algo de que estar orgulloso. Durante algún tiempo estuve mirando hacia atrás y no puedo ver nada… todo lo que veo es oscuro y feo. No puedo escapar de la persona que me he convertido” (Die)


Cuál es el sentido de nuestra vida. ¿Acaso tiene sentido el buscarle un sentido a mi vida? Esa es, según Camus la pregunta de la filosofía y el serio problema filosófico es el suicidio.

Sólo después de haberlo perdido todo —dice Tyler— eres libre para hacer cualquier cosa.

Es ahí donde “Die” (juegos suicidas) propone el renacimiento.

El renacimiento.


“Son tiempos desesperados la gente fue abandonada por sus religiones fueron engañados por los gobiernos, traicionados por lo que creían, están buscando algo que los salve” (die)

Die significa morir. Die significa “El dado”. La voluntad del dado, es no decidir, es entregar tu destino al azar. Si estamos condenados a ser libres, renuncio a mi libertad y me condeno al azar. 

Todos hemos sentido lo absurdo-en el sentido que propone Albert Camus- de nuestras vidas. Las grandes verdades se han caído y hoy nadie puede hablar de la Verdad ( así con mayúscula). 

Todo es posible por eso todo es prohibido. Todo es verdad por eso todo es mentira. 

En las cimas de las desesperación podemos mirar al cielo y gritar junto a Jesús Dios porque nos has abandonado. ¿Pero y si todo este tiempo hemos estado equivocados? Tyler sospecha, Sade habla:


“¿Qué pasaría si, conforme el hombre recorre ese camino, comprobara que cada una de las reglas estuviera equivocada? ¿Qué tal  si esas reglas-aunque se hubiera concebido muy lógicamente – lo llevaran por entre zarzales y espinos, en tanto que los hombres que las desobedecieran caminaran felices sobre pétalos de rosas? Si eso sucediera ¿no se justificaría  el abandono de esas reglas?, ¿el nadar cómo va la corriente, en lugar de luchar contra ella?”


No importa aun así Dios está ausente. Haz de saber que tu padre fue el modelo de Dios, y ¿dónde está el padre en estos días? 


Así como el niño hace rabietas para llamar la atención de sus padres, deberíamos de hacer con Dios.



“Debes tener en cuenta la posibilidad de no caerle bien a Dios. Pudiera ser que Dios nos odiara. No es lo peor que podría ocurrir.”

Tyler se dio cuenta de que llamar la atención de Dios por ser malo era mejor que no recibir ninguna atención. Tal vez porque el odio de Dios sea preferible a su indiferencia.
Si pudieras ser el peor enemigo de Dios o nada, ¿qué elegirías?”

Si Dios está muerto tenemos entonces el control de la historia. Toquemos fondo, desapégate de todo, tú no  eres tu trabajo, tú no eres ese corte de cabello, tú no eres ese auto, esos títulos, tú no eres ese nombre. 

Acepta tu dolor no lo niegues. La historia como los jabones está hecha con la sangre de los héroes.  Atrévete a vivir deja de ser vivido, es preferible morir/vivir en el intento.


1 comentario:

  1. Si dios existe parece que le caemos muy mal, tal vez por algo que le hicimos, solo tal vez....
    O como dice Nietzsche: "el hombre creo a dios a su imagen y semejanza"...........Yo digo que tal vez lo hizo para no sentirse tan solo, solo tal vez....

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