A las personas que han pensando en iniciar un proceso con un psicólogo o psicóloga seguramente les ha pasado más de una vez esta pregunta por la cabeza. Unas veces albergando cierto temor a que suceda, otras quizás buscando la excusa perfecta para no acudir a un servicio de esta índole. Lo cierto es que cuando se acerca el momento de acudir a alguien en busca de apoyo o atención especializada, la dependencia emocional hacia la persona que nos brindará el servicio es pensada como un riesgo inminente ¿Alguna vez te lo has preguntado? Sí es así, probablemente te interese este artículo, quizás precisamente por eso diste clic al ver esta pregunta en el título. Veamos...
Primero hay que entender lo que generalmente nombramos como "dependencia". Actualmente esta palabra se ha popularizado en el sentido de dependencia emocional como una analogía con la dependecia a sustancias adictivas. Así, decimos que somos "dependientes" de alguien si necesitamos estar constantemente cerca aún a pesar de que nos haga daño, adoptando un patrón similar al del consumo de sustancias nocivas. A este término se le ha añadido el prefijo "co", llamando codependencia a esa clase de relaciones en las que dos personas (generalmente al interior de una relación amorosa) no pueden dejarse a pesar de los daños que pueden hacerse mutuamente.
Primero hay que entender lo que generalmente nombramos como "dependencia". Actualmente esta palabra se ha popularizado en el sentido de dependencia emocional como una analogía con la dependecia a sustancias adictivas. Así, decimos que somos "dependientes" de alguien si necesitamos estar constantemente cerca aún a pesar de que nos haga daño, adoptando un patrón similar al del consumo de sustancias nocivas. A este término se le ha añadido el prefijo "co", llamando codependencia a esa clase de relaciones en las que dos personas (generalmente al interior de una relación amorosa) no pueden dejarse a pesar de los daños que pueden hacerse mutuamente.
El término codependencia se popularizó con la explosión de las técnicas de "autoayuda" a través de libros. Existen incluso grupos de doce pasos (sí, como los de AA) enfocados en la dependencia afectiva, pero ¿es esto algo que realmente suceda en el contexto del consultorio con tu psicólogo? Podemos dejar de lado el discurso de los individuos relacionándose entre ellos como si fueran sustancias adictivas, probablemente es un discurso que funciona en los grupos de autoayuda, pero no en el trabajo de los psicólogos. Un paciente no depende (al menos no realmente) de su psicólogo como dependería de una sustancia, o, vayamos unos cuantos pasos atrás, como un bebé podría depender de su madre para sobrevivir.
Quizás valdría la pena preguntarte primero "¿por qué me acerco a un psicólogo?". Las respuestas pueden variar de muchísimas maneras, pero para fines prácticos lo reduciremos a algo obvio: porque tengo un motivo. Quizás alguien me lo sugirió porque ha observado que no he logrado lidiar adecuadamente con mis problemas personales, porque tengo algunas dificultades para lidiar con mis emociones; a lo mejor me acerco por mi propia cuenta porque me harté de contarle a mi tía o a mi mamá o a mis amigos, quizás porque las respuestas que me dan ellos no me parece que me muevan de lugar. En resumen: porque tengo un malestar con el que siento que no he podido lidiar por mí mismo hasta ahora, porque requiero a otro. Si dejamos de lado la palabra dependencia con su connotación de adicción a una sustancia y retomamos el lado afectivo del asunto, tenemos allí que buscamos a alguien a quien contar estas dificultades y que hasta cierto punto nos oriente en cómo interpretarlas. Seríamos así a-dictos en el sentido etimológico de la palabra: a (prefijo de negación) y dicere (decir), los que no dicen, los que no tenemos un espacio para decir-nos.
¿Has compartido alguna vez algo de lo que tienes que decir acerca de ti?, ¿recuerdas ese sentimiento de intimidad que experimentaste? Si la pregunta acerca de la relación que estableces con tu psicólogo o psicóloga se dirige hacia el lazo afectivo que estableces con él o ella. Entonces, rotundamente: SÍ. Es inevitable que se establezca un lazo afectivo en el espacio en el que te dices. Regresando a las etimologías, de (de arriba hacia abajo) pender (que cuelga), quiere decir que nuestro movimiento radica en un punto superior. En este sentido, NO se desarrolla una dependencia hacia tu psicólogo, porque el movimiento de tu vida no depende de esa sola persona, sino de una gama más amplia de situaciones que un psicólogo te puede ayudar a comprender.
Existen diversas orientaciones en la psicología que brindan mayor o menor peso a la relación que se establece con el paciente y que ocupan desarrollos teóricos y técnicas particulares para tratar esta relación. En psicoanálisis, por ejemplo, existe la noción de transferencia, que se refiere, someramente, a los afectos que desarrollamos en nuestra infancia y que se desplazan hacia la figura del psicoanalista durante el proceso de análisis. Hay otras posturas que bien pueden dar mayor peso a la medición de indicadores fuera de la relación psicólogo-paciente, o bien hacer un énfasis en la relación auténtica que se da entre ambos personajes involucrados en el proceso. En cualquier caso, cuando te preguntes si puedes generar dependencia hacia tu psicólogo, ¿por qué no preguntarte primero qué entiendes por dependencia?, ¿la dependencia es algo que está allí o una forma en la que vives una forma de relacionarte?
Y tú, ¿te has hecho estas preguntas?
Y tú, ¿te has hecho estas preguntas?
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