A donde
ir cuando se advierte que algo se nos escapa, cuando la muerte hace presencia,
cuando la escenografía del mundo se cae y nos sentimos extranjeros
de nosotros mismos, cuando la angustia se desborda y queremos nombrar nuestros
inconfesables deseos. ¿A dónde ir?
Hay una
vieja caricatura que representa los senderos de un camino desolador. En ella se
representa a un hombre cabizbajo recorriendo un camino , en un punto el sendero
se bifurca , hacia un lado hay una iglesia con un sacerdote en la puerta y del
otro hay un edificio con un psicoanalista. El psicoanalista le dice
al sacerdote: "-O tiene la impresión de haber pecado y es para usted, o no
logra pecar y es para mí."
Es decir
uno va al psicoanalista empujado por la angustia , buscando algo que no se sabe
pero que tiene sabor, deseo. El psicoanalista no nos ayuda a conocernos más, en
todo caso nos ayuda a desconocernos y en ese desconocimiento se
inaugura una posibilidad de ser.
¿Pero,
entonces , un psicoanalista es un psicólogo? ¿Al psicoanalista van solo los
locos? ¿Cuál es el sentido de un psicoanálisis? ¿Cuándo empieza y termina un
psicoanálisis? ¿Es todavía vigente el psicoanálisis? y sobre todo
¿Cómo elegir a mi psicoanalista?
Esta
última pregunta da título a las entradas de este blog que estaremos publicando
todos lunes. En estas breves líneas pretendemos abordar cuestiones como las
anteriores dirigido a todos aquellos curiosos y ansiosos por comenzar un
psicoanálisis pero también para aquellos viajeros del diván.

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